Crítica de Arte - Sinecio Cuétara
Ciudad, distopía, escozor.
De ahogamientos y otras tempestades
Sinecio Cuétara es un pintor de la ciudad y sus entuertos, sus tribulaciones. Le interesa nuestra urbe en tanto escenario de agitaciones y conmociones múltiples, en tanto espacio del escozor, de la borrasca. Nos muestra una ciudad "sumergida", ahogada en su propia nulidad, sujeta a "tempestades" disímiles. Y si en un momento determinado lo hizo valiéndose de la pintura figurativa (de una manera bastante explícita), ahora asume el enorme reto de afrontar dichas variantes temáticas y discursivas desde la abstracción, o bien justo desde el punto límite entre ambas estéticas. De modo que ha ganado en sutileza, está logrando decir más con menos, lo cual es un buen indicio.
Entre la abstracción expresionista y la geométrica, el artista prefiere la primera, quizás por ser la que mejor se aviene a la "convulsión" y el "caos visual" que le interesa reflejar. Se apoya en recursos muy eficaces como el intenso trabajo con las texturas, con el universo de la materia palpable, de lo sensorial. Sinecio apela sin reservas a todo tipo de herramientas o instrumentos: el pincel, las espátulas más insospechadas, el aerógrafo, el rodillo, sus propias manos... El resultado es una visualidad que seduce desde la primera ojeada, justamente por su dinamismo y por la integración de elementos diversos. Por su heterogeneidad, por su complejidad compositiva.
En cuanto a las piezas más cercanas a la figuración (las de la serie "Ciudadsumergida"), en las que aparece la reja como simbología fundamental, es preciso destacar esa sensación -virtual, por supuesto, simulada- próxima a la imagen fotográfica "fuera de foco". Recurso que actúa en el orden metafórico como indicador de la "inaccesibilidad" y el carácter "incomprensible" de dichas fachadas, representativas de la ciudad como un todo. Una ciudad distante, desdibujada, que se sumerge sin que sepamos dónde, que se nos presenta harto enrejada, recluida, confinada.
Píter Ortega Núñez
2009
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"Ciudad fragmentada"
Sinecio Cuétara presenta una ciudad imaginada que se desdibuja como los sueños, una ciudad coloreada, atravesada por el aire que la envuelve, una ciudad que se fragmenta, se descompone y recompone en fachadas como tarjetas de presentación de la misma.
Fraccionada y abierta a los ojos que quiera escudriñarla, se presenta como paisaje social, resultado de la observación de sus moradores y de atenta mirada del propio artista. ¿Pero qué mirada es la que enfrenta a esta ciudad? ¿La del habitante de la zona de Marianao o la del artista que recorre diariamente el camino de la Habana Vieja?
Sinecio ha recorrido el país casi en su totalidad, conoce las ciudades, los pueblos, lo caseríos aparentemente insignificantes, mezcla el paisaje citadino de su Pinar del Río natal con las zonas urbanas de Santiago, La Habana, Matanzas y otras tantas y compone su propia ciudad a través de fachadas llenas de belleza y poesía.
La ciudad, sus edificios y muros es una visión que ha sido y está siendo usada entre los pintores cubanos con recurrencia, tiene antecedentes interesantes en la obra de Luis Reina Benegas y la vista de derrumbes, andamios, muros penetrados y las vistas del mar a través de los muros, en los últimos años las expresiones son diversas, incluyendo las versiones abstractas y hasta matéricas como las que se observan en las pinturas de Mena, Vinardel o Santos. Desde Portocarrero y Amelia Pelaéz, incluyendo las visiones de artistas como Víctor Manuel o Mirta Cerra la ciudad de la Habana y los elementos que componen su arquitectura y su idiosincrasia se expresan constantemente y permanecen como protagonistas dentro de los temas fundamentales de los pintores cubanos.
En la obra de Sinecio Cuétara la transparencia, el sentido del espacio seccionado, dividido por la luz, el color, la mancha o la materia es el resultado de una peculiar visión de una ciudad que se desmorona y luego se recompone de mil formas posibles.
Sus fachadas son como encajes de colores brillantes que enseñan el hilado de unas construcciones que, sin ubicarse espacialmente en un paisaje claramente identificado, aluden claramente a la Habana como lugar de referencia. Son portadas exhibicionistas, explosivas de color, trazadas para llamar la atención sobre el espacio al que se hace mención.
Sinecio Cuétara es un escultor y además un paisajista, otras inquietudes temáticas, que incluso lo han llevado a incursionar en una pintura casi abstracta han formado su lenguaje como pintor, donde el espacio y el dominio de una paleta rica y gustosa son elementos importantes. Su formación como escultor lo dota de una especial capacidad para observar el espacio y traducirlo en la pintura y su trabajo como paisajista lo ha ido pertrechando de detalles, esquinas, elementos de decoración donde se vislumbran rejas, vitrales, arcadas, columnatas, maderas talladas, muros deshaciéndose como hilados y detrás de todo esto la presencia del mar, quien tuvo otros momentos de recurrencia en su obra.
Las fachadas han sido pintadas no con un sentido heroico ni con una visión definitiva de la destrucción o pérdida que usan otros artistas al recurrir al tema, sino con una visión ornamentalista, casi festiva que salva la ciudad de la destrucción y la introduce en la posibilidad de ser continuamente soñada.
(Silvia Llanes Torres, julio, 2006)
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